Villa Borghese
El parque de villa Borghese ocupa un área de aproximadamente 80 hectáreas en el corazón de la ciudad entre los muros aurelianos y los barrios de Pianciano, Parioli y Flaminio. En su interior encierra edificios, esculturas, monumentos y fuentes, obras de ilustres artistas del arte barroco, neoclásico y ecléctico, rodeados de árboles seculares, jardines a la italiana y grandes espacios libres.
El núcleo más antiguo de la villa, propiedad de los Borghese desde el 1580, fue ampliado en los primeros años del siglo XVII por deseo del cardenal Escipión Caffarelli Borghese que adquirió una serie de viñedos y de terrenos limítrofes con la intención de crear en ellos una «villa de las delicias» que simbolizara el poder de la familia.
En 1606 el cardenal Escipión encargó la realización de la villa a los arquitectos Flaminio Ponzio y Giovanni Vasanzio, ayudados por el jardinero Domenico Savini de Montepulciano y por distintos artistas entre los cuales se hallaban Pietro y Gian Lorenzo Bernini.
En 1633 la villa estaba prácticamente completada y no se aportaron sustanciales cambios hasta el 1766, cuando el príncipe Marcantonio IV inició notables obras de transformación que afectaron a los principales edificios, en particular al Casino Noble (actual Galería Borghese) y al Casino de los Juegos de Agua (actual Jardín de los Naranjos y sede del Museo Carlo Bilotti), y de manera sustancial el parque. La intervención de mayor relieve fue la realización del Jardín del Lago por obra de los arquitectos Antonio y Marco Asprucci.
Los jardines se decoraron con valiosos elementos ornamentales: fuentes y pequeñas construcciones, que dotaron al parque de nuevas y sugestivas perspectivas.
En los primeros años del siglo XIX, Camillo Borghese, hijo de Marcantonio, completó la ampliación de la villa con nuevas adquisiciones de terrenos hacia Porta del Popolo y Porta Pinciana. Se encomendó la armonización de las nuevas propiedades al arquitecto Luigi Canina.
La hospitalidad de los príncipes Borghese era bien conocida por el pueblo romano. Durante todo el siglo XIX, la villa estuvo abierta los días festivos para que el pueblo pudiera pasear por ella y se organizaban espectaculares manifestaciones y fiestas populares, con música y baile.
En el 1901 el estado italiano compró el complejo monumental y en 1903 lo cedió al Ayuntamiento de Roma, que lo abrió definitivamente al público.