Una historia privada. Fotografía y arte contemporáneo en la Colección Cotroneo

Con la exposición de obras de la Colección Cotroneo el Museo Bilotti inicia un recorrido exploratorio por la historia de las grandes colecciones italianas de arte contemporáneo. Tras haber sido expuestas en 2006 en la Maison Européenne de la Photographie de París y antes de viajar a España para el Festival de la Fotografía de Madrid, a México para el Festival de la Fotografía de Guadalajara y a otras ciudades, las obras de Anna Rosa y Giovanni Cotroneo se expondrán en las salas del Jardín de los Naranjos de Villa Borghese del 19 de marzo al 25 de mayo de 2008.
«Una historia privada. Fotografía y arte contemporáneo en la Colección Cotroneo» es una exposición promovida por el Departamento de Cultura del Ayuntamiento de Roma y el Ministerio de Asuntos Exteriores y organizada por Zètema Progetto Cultura. Las comisarias de la exposición, Alessandra Mauro y Federica Pirani, han decidido narrar la gran aventura de la fotografía italiana contemporánea a través de una selección muy rigurosa y personal de una pareja que ha hecho del arte el hilo conductor de su vida.
En la exposición, acompañada del catálogo editado por Contrasto, se recorren las etapas de esta aventura artística desde las primeras obras compradas directamente por los artistas hasta las últimas adquisiciones.

Anna Rosa y Giovanni Cotroneo, cuyas obras suelen estar presentes en exposiciones y museos, como por ejemplo, el Castello di Rivoli de Turín o el MART de Rovereto, son unos apasionados y generosos coleccionistas. Sus selecciones no siguen las modas del momento, sino exclusivamente su gusto, formado en osmosis con la pintura del siglo XVII y del arte contemporáneo.

La exposición se abre con uno de los famosos espejos de Michelangelo Pistoletto, un «Retrato de Familia» que representa a los Cotroneo y define el sentido de su colección que es, y quiere ser, «familiar». Mimmo Jodice, con su grandiosa panorámica de Nápoles, ayuda a llevar la mirada más allá: a un territorio familiar pero que aún hay que conocer.
Además, los itinerarios de la muestra se suceden sin cesar, representando, a veces, una materia pesada y, otras, una atmósfera rarefacta como la niebla que envuelve las polaroids de Luigi Ghirri, el crepúsculo en las Génovas de Vincenzo Castella, la lluvia incesante de Bruna Esposito o los paisajes de Paolo Mussat Sartor.

La ciudad es protagonista con su silencio mágico en los nocturnos de Raffaela Marieniello, su explosión de volúmenes coloristas de Franco Fontana, su descomposición bajo la mirada de Gabriele Basilico, su conversión en fresco coral en la Bagnoli o en la Tokyo de Francesco Jodice… Es una ciudad que se transforma en puro hechizo en las imágenes de Venecia de Gianni Berengo Gardin.

La narración se convierte en reportaje con Ferdinando Scianna, testimonio con Luciano D’Alessandro, ritmo a través de Sabrina Mezzaqui, caos de formas con Beatrice Pediconi, rigor de formas abstractas con Lorenza Lucchi Basili, recuerdos convertidos en objetos con Luigi Ontani o recuerdos de una guerra nunca combatida con Paolo Ventura.
Además, la exposición alcanza los lugares del arte, ritmados por los incesantes flashes en el vídeo de Grazia Toderi y propuestos de nuevo a través de las experiencias vividas en Claudio Abate y en Elisabetta Catalano.

Por último, el cuerpo se encuentra en el centro de la narración. Celestial en Vettor Pisani, efímero en Roberto De Paolis y hasta seccionado en finas láminas en Paul Thorel. Tras tanta materialidad sólo queda una imagen ligera, que sigue el viento como las sábanas tendidas al sol de Mario Giacomelli.

Como si de un juego de inteligencia se tratara, la fotografía y el arte italiano contemporáneo entrelazan nexos y confunden sin solución de continuidad los términos y los límites de la representación. Alfredo Pirri, con su instalación realizada expresamente para la exposición, síntesis de luz y de flujo informativo, cierra de forma ideal este recorrido afirmando simplemente que el sentido del arte es saber tender siempre una mirada nueva al mundo.

Por ello la muestra del Museo Bilotti es una «historia privada». La historia de una colección que se enreda con la vida personal y sentimental de Anna Rosa y Giovanni Cotroneo. Una colección basada en los fuertes lazos y en un constante debate a dos aunque, al mismo tiempo, se abre con generosidad al extranjero dando a conocer aspectos menos conocidos de Italia.