Los artistas

Damien Hirst. "The Bilotti Paintings": Matteo, Marco, Luca e Giovanni 2004

Los temas fundantes de la obra de Damien Hirst conciernen la ciencia, la religión, la vida y la muerte. Hirst responde a la propuesta de Bilotti con un esplícita referencia a las Sagradas Escrituras, con una serie de grandes telas matéricas y practicamente monócromas. Sus cuatro pinturas verticales manifiestan en la visión de conjunto una tensión que llama el espíritu de Yves Klein y que encuentra sus proprias motivaciones en los detalles que cada una de las partes de la obra encierran como el secreto que espera ser descubierto. El más importante de estos detalles se enláza a la primera página de los distintos vangelios, y cuyas palabras iniciales Hirst escribe en los ejes verticales de los marcos. Al centro de cada panel se inserta un bolígrafo, para indicar que todavía hay muchas páginas sagradas que esperan ser escritas. Hirst describe la galáxia desconoscida sobre la cual fija con un alfiler unas mariposas: su inmobilidad llama a la muerte que alcanza la belleza, fulgurándola: la mariposa mantiene su belleza no obstante ya no tenga vida y es una metáfora de la inmortalidad. Aun más, en la parte baja a la izquierda de cada uno de los cuadros encontramos un crucifijo, dos navajas, dos píldoras, todos objetos que evocan la obsesión de la muerte y de la corrupción. Con unas pinturas de tipo minimalista que retienen todos los detritos de la vida, vuelve a afirmar una metáfora a la cual tiene cariño, un contraste entre el arte y la vida, en este caso ambientada en una capilla en la penumbra.

David Salle. "After Michelangelo, The Flood, Creation, The Last Judgment" 2005-2006

Salle recoge el reto de Bilotti citando la Capilla Sixtina. Hace prorios los temas de la creación, del diluvio y del juicio universal. Utiliza la obra miguelangelesca como fondo, sobreponiendo al mismo imágenes de la contemporaneidad que se refieren a eventos dramáticos como el tsunami, la guerra entre Israel y Palestina, la aluvión de New Orleans...
De esta manera contrapone la verdad de las Sagradas Escrituras a la verdad de la crónica. No es la primera vez que Salle hace proprios fragmentos de pinturas y etatuas del pasado; pero contrariamente a lo que había hecho precedentemente, en estas obras deja que las citaciones miguelangelescas, aunque descontextualizadas, mantengan el proprio sentido originario. La obra de Salle vee en la acumulación y en el caos una forma dialéctica: la compresencia implica diálogo entre formas y lenguajes, diálogo entre los distintos personajes, diálogo entre las telas que componen el díptico, diálogo entre las pequeñas telas autónomas insertadas en el contexto de la representación y el cuerpo central de la pintura, diálogo entre el mismo Salle y el universo humano que lo rodea y con el cual se relaciona. El concepto es que cada una de las partes, aunque autónomas, se legitimen recíprocamente y en función del todo.

Jenny Saville. "Atonement Studies" 2005-2006

Si las obras de Salle llevan la mirada hacia lo alto y las de Hirst a la altura del hombre, las tres telas de Jenny Saville nos llevan a bajarla. En ella el cuerpo es un territorio marcado por el dolor. Rosetta, una jóven chica ciega desde su nacimiento, un hombre en una cama de hospital y una jóven abandonada sobre una cama con las manos ensangrentadas, se han entendido como un estudio sobre el tema de la redención. El sufrimiento representado por Saville es un sufrimiento profundamente humano, pero también vehículo hacia formas superiores de espiritualidad. Sus cuadros tienen que ver con la vida, la pérdida y la separación. Los caracteres esenciales de su realismo, expresados por los violentos contrastes de luces y por las pinceladas anchas y rápidas, focalizan la dimensión emocional y psicológica de los sujetos. Saville apunta el dedo contra la cultura que ha generado las normas morales de comportamiento y los cánones de belleza a los cuales el cuerpo femenino se ve obligado a responder. Demostrando una sensibilidad hacia lo trágico que encuentra su par sólo en la pintura de los grandes pintores, muestra el cuerpo como un paesaje devastado, aunque orgullosamente anclado a la vida. Desempeñan una función de común denominador a sus temáticas la enfermedad, el asunto que el infierno, como dice Georges Bataille, “es la idea débil que Dios da involuntariamente de sí mismo”. Un Dios que vee la salvación en el sacrificio.